viernes, 30 de julio de 2010

Nunca es tarde para sembrar a Dios



El discípulo recibió la noticia de la muerte de un familiar. Estuvo todo el día triste y preocupado.
A la hora de la cena el Anacoreta le dijo:
-Es natural que nos entristezcamos por la muerte de nuestros conocidos. Pero la muerte no es sino una parte de nuestro proceso natural: nacer, desarrollarnos y morir. Es más, al morir es cuando realmente somos.
Guardó silencio y viendo que el discípulo no le decía nada, añadió:
- Mira esta jarra de barro. El alfarero puede hacerla y deshacerla mientras es fango de arcilla. Puede errar, pero puede rectificar y perfeccionarla. Pero cuando la mete en el horno la jarra ya es definitiva. No hay modificación posible.
Miró a los ojos del discípulo y continuó:
- Mientras vivimos vamos siendo. Erramos, rectificamos, empeoramos o mejoramos. Pero la muerte es como el horno: nos deja definitivos. En ese momento somos. Para ser hay que morir...
Y siguió cenando en silencio...

Pasad sembrando AMOR Y PERDÓN y sembraremos a DIOS. ¡No temas! Dios esta en el caminar de cada uno, nos cuida y nos da lo que nos hace falta . Pues así que ánimo y adelante todavía tenemos muchos sueños que realizar y sembrar en todas aquellas personas que nos necesitan con humanidad y esperanza.Sé tu misma/o y da lo mejor que llevas en el corazón.

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